Si hay alguien capaz de movilizar "tropas" y prepararnos para una batalla gastronómica en un lugar totalmente desconocido, esos somos nosotros.
Después de luchar sin éxito alguno en batallas cruentas en el mar, ahora nos trasladamos a Oriente Próximo a explorar nuevas tierras, o a que nuestros estómagos experimentasen nuevos sabores e intentaran hacerse con la situación ante las fechas venideras.
Debido a la diferencia cultural y gastronómica, la cosa se torna complicada ya que el enemigo, con evidencia, es aún más desconfiado ante nuestra presencia.
Algunos de los nuestros están a su vez recelosos ante lo que se avecina y están igualmente desconfiados, otros ni siquiera se presentan a la cita por miedo a perder su línea, aunque al pasar del mar a la tierra y ser zona más bien árida los ropajes pueden esconder ciertos excesos, pero ni por esas, las bajas son realmente sensibles, pero como en ocasiones anteriores, las bajas se compensan con nuevas incorporaciones y ciertamente dan la talla.
Antes de empezar con lo que interesa, cabe comentar y destacar que nuestro desplazamiento hacia el lugar de los hechos fue más bien peculiar, al desplazarnos en un elemento desconocido hasta el momento, un elemento mecánico (o por lo menos para la época de la contienda).
Pues bien, como comentaba, al primer "choque" fue el idiomático, ya que pocos de nosotros sabía interpretar lo que allí ponía, por lo tanto el resto del grupo se dejó llevar por éstos. Y aunque algunos de nosotros no aguantaron la primera embestida, aquellos que esperabamos que flaqueran pronto, sorprendieron y aguantaron el empuje de la cocina. La contienda iba a un ritmo, alto pero manejable, y mejor aún cuando se incorporó un nuevo miembro que venía rezagado.
La cocina lanzaba platos como bombas pero ibamos bien, estoicamente haciendo frente.
Las primeras bajas llegaron, su actividad no cesó, pero si bajó a mínimos, pero esa ayuda aunque mínima se agradece por parte de los demás.
En fin, la contienda continuó sin sobresaltos hasta el final, cuando aparecieron los postres, que es evidente que no se asemejan en nada al recordado "chocolate con limón", pero daba el pego. El lado positivo, no fue destructivo como podía ser el anterior, no acabó con nosotros y siempre refiriéndome al grupo, individualmente a la altura del postre, ya habían bajas.
En conclusión, yo creo que para lo visto en el campo de batalla gastronómico donde nuestra tendencia siempre ha sido la derrota, esta vez ha sido la contraria, quizás no una victoria contundente, porque habían rastros de comida en las mesas, pero si un empate merecido o victoria "in extremis" por nuestra parte.
En estos momentos nos acordamos de aquellos que no fueron y que hubieran disfrutado del momento. Esperando la próxima para volver a disfrutar.